jueves, 21 de noviembre de 2013

“Hay Corruptos Con Poderes Espirituales”


Foto exoticindiaart

Entrevista a Mariana Caplan, Antropóloga Y Psicóloga.
Licenciada en Antropología y Psicología, y doctora en Espiritualidad Contemporánea. 

¿Doctora en Espiritualidad Contemporánea?
–Es el estudio del desarrollo de las tradiciones espirituales en la cultura occidental. Siempre he buscado la forma académica que se correspondía a mi búsqueda espiritual.


–¿Dónde empezó su búsqueda?
–A los 15 años me fui a vivir a Colombia, luego a México y a Israel. Creía que podía cambiar el mundo, trabajaba como cooperante. El viaje era mi religión.


–¿Se detuvo?
–Un rato, con los indios piscataway de Estados Unidos. Comprobé que la magia existe e intuí que la mayoría de líderes y chamanes indígenas tienen problemas con el alcohol.


–¿Cómo casan espiritualidad y alcohol?
–Vivimos en un mundo lleno de contradicciones. El camino está lleno de hoyos y yo me he caído en todos, por eso ahora procuro evitar a la gente ese descalabro.


–Cuénteme qué le impactó de la magia de los piscataway.
–Cuando vivía con ellos, padecían una terrible sequía. El jefe fue a buscar a un chamán mexicano. Tras un ayuno de cuatro días de todo el poblado se hizo una ceremonia para llamar a la lluvia y vi como se desataba una tormenta. También los vi curar con su magia y predecir acontecimientos.


–¿Se fue usted tras el chamán mexicano?
–Sí, había leído todos los libros de Castañeda y cuando el chamán me propuso ser su aprendiz, no lo dude.


–¿Qué vivió en México?
–Más de lo mismo: la coexistencia de la sabiduría y la corrupción. Aquel chamán tenía grandes poderes, pero era un alcohólico y cuando se emborrachaba intentaba abusar de mí.


–¿Un hombre poderoso no se controla?
–Uno puede desarrollar poderes espirituales sin entender sus propias motivaciones. Lo he visto cientos de veces: hay gente ciega de sí misma con grandes poderes.


–¿Y después del chamán mexicano?
–Me fui a El Salvador con otro chamán poderoso en busca de sabiduría y comprobé de nuevo que la mayoría de ellos son hombres que buscan relaciones con mujeres.


–Pues debió tener problemas.
–Sí. Cansada de esas experiencias estuve siete meses en la selva de Costa Rica viviendo con una líder indígena. Entendí que había cosas más importantes que los poderes, como los valores espirituales de esas mujeres.


–¿Dónde más la llevó su curiosidad?
–A un viaje en la caravana de un místico de 72 años que recorría Estados Unidos visitando a otros místicos y líderes.


–¿Y qué tal?
–Una aventura medio terrible, el abuelo se enamoró de mí y tenía esas cosas absurdas de Dios proveerá: siempre acabábamos sin gasolina en medio de la nada. Pero al mismo tiempo allí donde llegábamos la gente lo trataba de santo, había hecho mucho por los demás aunque yo conociera su otro lado.


–¿Fin de la antropología de campo?
–Sí. Me fui a California a estudiar Psicología y a practicar el budismo y la meditación. Mientras no estudiamos en profundidad nuestra psicología no entendemos por qué hacemos las cosas, cuáles son nuestros motivos reales, actuamos de modo inconsciente.


–Hay miles de motivos y de preguntas.
–Todos queremos la verdad, pero no todos queremos pagar el precio. Intuimos que las respuestas están dentro de nosotros. Sabemos que estamos llenos de falsedades, pero deconstruir todo eso es un gran trabajo.


–¿Se quedó tranquila en California?
–Ya era antropóloga y psicóloga, tenía un buen trabajo y buenos amigos, pero no tenía lo que quería. Estamos poblados de voces interiores y yo quería distinguir la voz del corazón. A veces tenemos deseos fuertes pero no son verdaderos o nos llevan por un mal camino, quería aprender a escuchar la voz interior. Decidí hacer un viaje a India.


–¿Sin billete de regreso?
–Exacto. Allí me enteré de que había llegado un gurú americano, Lee Lozowick, que venía en busca de su maestro, Yogi Ramsuratkumar, y me sorprendió que un gurú tuviera otro gurú. Contacté con él y, por primera vez, encontré un verdadero maestro.


–¿Cuál fue su enseñanza?
–Cómo aprender a ser un ser humano auténtico y consistente. Viví un año en India y cinco en su centro de Arizona como una monja. Luego sentí que debía volver al mundo e integrar lo aprendido.


–La búsqueda espiritual es egocéntrica.
–Ahora es moda y negocio. En los países occidentales no nos enseñan a buscar y nos perdemos en la espiritualidad oriental sin saber buscar. Hay que escoger un camino y recorrerlo con disciplina, con tiempo y con compromiso, porque si vas picoteando en el supermercado espiritual no llegas a nada.


–¿Cuáles son los síntomas de que se anda en el camino equivocado?
–Si crees que eres muy espiritual pero la gente más cercana te mira con recelo y piensas: “No entienden, son poco evolucionados”, entonces es que tienes una inflamación del ego. He podido conocer a los grandes místicos y todos llegan a la misma conclusión: hay que aprender a ser humano, aprender cómo tocar al otro, qué es la intimidad, cómo servir a los otros, cómo ser íntegros.


–Deme conclusiones de su vida.
–El camino espiritual siempre coexiste con lo más humano y básico. Uno puede sacarse diez doctorados sin saber cómo funciona una ilusión, es decir, nuestra mente y nuestro corazón. El camino espiritual está en este mundo y en este cuerpo, es práctica y es relación con los otros.

Nota de Ima Sanchís.